En marzo de 1997, en Curitiba, Brasil, comenzó a quedar en claro que la proliferación de grandes represas sobre los ríos del planeta es un mal sólo comparable a la multiplicación de centrales nucleares desde la segunda posguerra hasta Chernobyl.
En el cierre del "1er. Encuentro Internacional de Afectados por Represas", los participantes de unos veinte países incluida la Argentina, firmaban la Declaración de Curitiba y declaraban al 14 de Marzo: "Día Mundial de Acción contra las Represas, a favor de los Ríos, el Agua y la Vida". Habitantes desplazados y arruinados por represas construidas en lugares tan distantes como el río Narmada en la India, el Tocantins, afluente del Amazonas, el Malibamatso, en Lesotho, y el Paraná en Yacyretá, habían testimoniado el desarraigo, la desocupación, la enfermedad y la pobreza que traen las grandes represas a las poblaciones locales.
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